BARRANQUILLA ES CARNAVAL
Siguiendo
los pasos de la Cumbia, le daré la bienvenida al carnaval. Al son de Mapalé,
daré ritmo a mi felicidad.
Enero 31 de 2013
Cambia el ambiente, llega el carnaval.
Tan
normal que volvamos a decir “no tomo más”, “no tengo un peso”, “por ahora no
gasto más”… y más normal es que éstas sean solo expresiones del momento; un
fugaz momento de “reflexión”, producto de tantas celebraciones decembrinas.
Parecen olvidarse estas voces quejumbrosas, cuando el ambiente toma otro olor,
cuando la brisa trae consigo un polvillo blanco y la música te hace mover el cuerpo
como un acordeón.
Hoy,
sabemos que se avecina la semana más esperada del año, esa en que olvidamos
todo lo ajeno al folclor, dejamos de lado el trabajo, y abrimos la puerta a la
diversión.
Empiezo
a olfatear fiesta en el ambiente, empiezo a untar maicena en todo mi cuerpo, estoy
escuchando las cumbiambas y –ya sin notarlo– hasta he empezado a bailar al son
de ellas. Ya he apartado la rutina de mi realidad, que ahora se convierte en
todo lo que represente el carnaval. Sé que bailaremos, reiremos y mil muecas
haremos, en este carnaval, que en buenos momentos nos aleja de la cotidianidad.
Sabrán
de qué les hablo, cuando empiecen a participar de tantos espectáculos, y ya adentrados
en ellos, verán cómo aprovecharemos para gozar, infectados del júbilo que
contagia toda una ciudad; y es que solo en Barranquilla se puede disfrutar, aun
en la adversidad.
Ahí viene La Guacherna…
Para
empezar, la noche brilla en medio de luces y colores. Las estrellas se posan
sobre cumbiambas y faroles, siendo testigo de las hazañas de quienes, durante
décadas, se han refugiado en ellas, para disfrutar de la noche más iluminada
que ‘La Arenosa’ pueda ofrecer.
Contagiados
de la magia de las luces, la música de las cumbiambas, el brillo de los
disfraces y el calor de la gente, disfrutaremos la fiesta nocturna, porque bajo
la inmensidad del cielo, la novia de Barranquilla nos anuncia que “ahí viene La
Guacherna, tremenda pa’ gozar; ahí viene La Guacherna, me envuelve en su
compás”.
Esthercita
no pudo dejar mejor legado. La recuerdo en cada Guacherna, cuando la noche más
brillante me huele a carnaval. La llevo en mi mente en cada baile, cuando su
himno empiezo a entonar, y hasta le doy gracias justo a ella, por hacer esta
noche una realidad.
Barranquilla es carnaval
200
años de tradición, 200 años de carnaval, 200 años de felicidad... Podría
tratarse de cualquier festividad, cualquier ciudad; pero hablamos de
Barranquilla, hablamos de carnaval. Regocijados de tener la ciudad más alegre
del país, regocijados de vivir un patrimonio de la humanidad. Aunque cada año
parezca igual, sé que con cada espera, lo gozo más. Ha pasado un año más, de penas y fecundidad,
y con éste aumentan las ganas de vociferar “¡ha vuelto el carnaval!”.
Desde
hoy espero la única batalla llena de felicidad; aquella que en vez de armas, se
ilumina con sonrisas y celebridad. Carrozas coloridas que recorren mi ciudad,
conmemoran que los mil días, quedaron atrás. Floto por las calles al son de cumbiambas,
que el sábado más esperado del año, me hacen danzar. “La Batalla de Flores” voy
a disfrutar, porque en honor a ella, la cumbia aprendí a bailar.
Y una
vez disputada la batalla, por las calles estaré listo para bailotear, porque a
“La Gran Parada de Tradición”, voy a caminar. Luego, las mejores orquestas voy
a escuchar, porque al ritmo de quien gane el “Congo de Oro” voy a danzar;
preparando mi cuerpo para un desfile más, pues de “La Gran Parada de Fantasía”
no me voy a librar.
Y ha
llegado el día donde recuerdo todo lo que durante una semana dejé atrás.
Vestido de negro, sé que a Joselito hay que enterrar, y con él se esfuma un
carnaval más, que yace en los recuerdos del carnaval.
Siguiendo
los pasos de la Cumbia, le daré la bienvenida al carnaval; al son de Mapalé,
daré ritmo a mi felicidad; vestido de Garabato, sé que desafié la muerte un año
más, siendo éste otro gran motivo para festejar; mientras que de Marimonda,
haré muecas a la calamidad, apartando los malos ratos, para hacerle venia a mi
jocosidad.
Ahora
sé que hay un aire distinto. Salir de mi casa no es lo mismo. Risas, música,
alegría, bailes, colores, fiestas y comparsas, me recuerdan que ha llegado una
vez más, la fecha propicia para gozar, que con fuerza me hace despertar y
gritar “¡Barranquilla es carnaval!”.
Por Diandra Pinto Gómez.
Twitter: @DiandraPinto
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